Una aportación del grupo de trabajo sobre la Sanidad Pública de EQUO Málaga
Mayo 2017/Revisión Noviembre 2017
Introducción
Uno de los Sistemas de Salud Pública más prestigiosos y reconocidos por sus logros a nivel internacional como es el español está en declive desde hace unos años. La crisis de los mercados especulativos, que comenzó en 2007, llevó a un desempleo masivo y a la reducción de los ingresos de las administraciones públicas. La reacción del sistema neoliberal capitalista fue asegurar el pago de la deuda especulativa, fundamentalmente privada, que se había generado en distintas burbujas. Los estados recortaron las prestaciones sociales: sanidad, educación, dependencia y derechos laborales. A consecuencia de ello, grandes sectores de la población se han empobrecido, aún trabajando, y las desigualdades sociales han aumentado de forma espectacular en nuestro país. La utilización de la crisis por los gobiernos abrió la puerta a los fondos de inversión y a las multinacionales para entrar a saco en el reparto de la tarta del presupuesto de los servicios públicos, creando las condiciones para que sectores cada vez más amplios de la población opten por la sanidad privada. Ahora sabemos que los múltiples y amplios recortes en Sanidad Pública han deteriorado la salud de la población.
Pero «La Crisis» no es la única causa del declive de la Sanidad Pública en España. Desde hace tiempo, existen retos que no se están abordando: España, y Andalucía, tienen «una de las mayores tasas de envejecimiento y cronicidad de Europa. El 91 % de la mortalidad en nuestro país se debe ya a enfermedades crónicas, muchas de ellas prevenibles». Apunta el doctor Bengoa (1): «El crecimiento de la obesidad en adultos y niños,.. aumentará la incidencia de enfermedades cardiovasculares, diabetes y cánceres». Sin embargo la gestión sanitaria va enfocada, también su gasto, a un modelo «asistencial reactivo» que espera a la enfermedad, con grandes costes, en vez de adelantarse y prevenir, promoviendo políticas que incentiven la salud, más beneficiosas en todos los sentidos. Por ello, hay que revertir el flujo que ahora tiende hacia la asistencia hospitalaria, hacia los centros de salud y, desde estos, a la atención en el domicilio y la comunidad.
El IV Plan Andaluz de Salud (5) ya señala que «el incremento del número de personas que requerirán cuidados de larga duración, común en otros países y regiones de la UE, va a obligar a considerar las políticas preventivas y de promoción de la salud que promuevan el mantenimiento de la salud y la autonomía de las personas. Y también, a reconfigurar las políticas y recursos sanitarios y sociales que mejoren los niveles de eficiencia en la atención a las personas mayores,…». ¿Se necesitan hospitales? Sí. Pero pensemos qué tipos de hospitales y dónde situarlos. No todas las personas van a necesitar de hospitales altamente tecnificados. Necesitamos más Hospitales de Día, cercanos y con capacidad para atender los problemas en salud más comunes. Necesitamos también más residencias públicas y de estancia diurna. Centros de Salud que amplíen su cartera de servicios nuevamente orientada a la prevención y rehabilitación. Más dedicación de la jornada laboral a atender a las personas en sus domicilios.
¿Necesitamos un tercer hospital en Málaga? La contestación a esta pregunta debe tomarse en el marco de una planificación a medio-largo plazo, estableciendo las prioridades desde los criterios anteriormente expuestos y no de forma reactiva como viene actuando la Consejería desde hace tiempo. Las premuras electorales no suelen ser buena consejera. No hipotequemos el gasto sanitario en Málaga por décadas.
La atención sanitaria que necesitamos no requiere solamente revertir los recortes en la financiación sanitaria, sino que precisa transformar el gasto sanitario en inversión en salud. Y no olvidemos que esto solo se puede conseguir cuando la política, no solo sanitaria, está claramente dirigida a mejorar los factores que determinan la salud en nuestra sociedad y combatir aquellos que sabemos condicionan negativamente nuestra salud: la desigualdad, la pobreza, el deterioro medioambiental,…
Aún existe una red sanitaria pública importante, deteriorada, pero aún con músculo para afrontar estos retos. La ciudadanía apoya, no está dispuesta a perder más derechos y lo manifiesta en la calle y aún quedan profesionales con ganas. «Hay que reponer los recursos que se han perdido por los recortes y es preciso transformar al mismo tiempo el modelo» nos dice el doctor Bengoa. Tenemos expertos en gestión sanitaria comprometidos con la Sanidad Pública, falta auténtica voluntad política.
Aún estamos a tiempo de sacar a la «Sanidad Pública, Universal, Gratuita y de Calidad” de la UCI, pasarla a planta y de ahí a la calle.
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