Un año más pasó la Feria Taurina de Córdoba y un año más (y va para una década) que vuelve a ser un desastre en todos los sentidos. Pasada la euforia de las expectativas y de los comentarios en prensa de los aficionados llega el momento de hacer balance. Desde luego que el libro del 50 aniversario de la inauguración de la Plaza de los Califas tendrá que colocar un anexo para el “ridiculísimo integral” de la llamada “fiesta nacional” versión Califato.
Premios que se caen, no se conceden o se dan por localismo agradecido. El caso es dar siempre un premio ya sea al torturado, al torturador o a la tortura en todas las facetas de la lidia. Vemos en prensa al alcalde en funciones en una corrida asesorado por un concejal ex matatoros y al Rector de la UCO, veterinario, acudir a la plaza para apoyar lo que es un ejercicio de maltrato animal. Los profesionales de la corrida no dan la talla y se permiten violar el Reglamento taurino, coaccionar a la Presidencia ,burlarse de los servicios veterinarios oficiales y por ende de toda la ciudad y los aficionados que pagan la entrada. Podemos vaticinar, por anteriores secuelas ,que la empresa franco-española-mexicana volverá a tener pérdidas en Córdoba gracias a la poca entrada a los espectáculos y a las enormes exigencias de las figuras ,de lo cual me alegro pues indica que no es tanta la tradición. Para colmo a los taurinos les llega una traición de los vecinos franceses que habían declarado las corridas PIC en donde el 94% del territorio están prohibidas por ser espectáculos de crueldad con animales y establecerlo así sus leyes. Una asociación europea por los derechos de los animales ha conseguido derogar que las corridas de toros sean inscritas como Patrimonio Cultural Inmaterial de Francia. Lo curioso es que ningún medio español se ha hecho eco de la noticia por lo que es primicia para este diario.
Rafael A.Luna Murillo. Miembro de AVATMA