Se acabó lo que se daba

Hace diez años parecía que vivíamos en un país rico. Era el progreso, había que crecer y crecer. El objetivo era tener más que el vecino, mejor coche, casa con piscina, vacaciones en la Ribera Maya. Nuestros hijos deben disfrutar, y disfrutar es consumir, comprar ropa de marca, tener un coche nuevo a los dieciocho años. Esto parecía el cuento de nunca acabar, pero se acabó.

Mis padres me enseñaron que no se podía vivir por encima de tus posibilidades y mi conciencia ecológica me lo corroboró. La contaminación, el cambio climático, la capa de ozono no eran sólo un problema para “los pajaritos”. Estaban causando graves problemas de salud y económicos en todo el mundo. En nuestro maravilloso mundo los afectados por alergias y cáncer aumentaban sin parar. En el mundo empobrecido por nuestra avaricia, los desastres naturales, el hambre, la falta de agua o las guerras lejos de solucionarse lo que hacían eran acrecentarse.

Dentro de mi inquietud me informé, leí, pensé; algo que no entra dentro de lo habitual. Las personas estábamos siendo programadas para trabajar y consumir, lo de pensar no estaba de moda. Algunos libros hablaban de vivir mejor con menos, de los grupos de vida simple o del decrecimiento económico como forma de avance de la sociedad. Pero las multinacionales tenían todo bien agarrado y mandaban en el mundo. Los gobiernos, los bancos y los ciudadanos estábamos en sus manos.

Ahora estamos en un colapso que se podría haber solucionado si no hubiéramos seguido la corriente que marcaban “los mercados”. Pero el problema está aquí, y la solución no es volver a la situación anterior para dentro de unos años caer en un problema mayor. Los gobiernos ni quieren ni pueden solucionar la crisis, pues supone un cambio en las fuentes de energía, un aumento de los servicios sociales, de la oferta cultural. Supone también que el ocio no sea un negocio, es decir disfrutar paseando, leyendo, hablando con la gente, jugando al ajedrez o al parchís. Ahora el ocio pasa por ir al centro comercial, al restaurante, al hotel o por consumir compulsivamente alcohol.

Por tanto la solución la tenemos que poner cada uno de nosotros. No voy a decir como, porque cada uno debe hacerlo según sus convicciones y sus posibilidades. Tampoco se trata de hacer grandes sacrificios, sólo de disfrutar más el tiempo libre gastando menos dinero. Algo que muchos ciudadanos van a tener que hacer de forma forzada y angustiosa por las políticas liberales del PPSOE, que nos llevan a que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.

Pero como un último apunte sí tengo claro que además de consumir menos hay que hacerlo de una forma más sensata. Esto pasa por no buscar ofertas en productos que han recorrido miles de kilómetros. Comprar productos de nuestra comarca en comercios familiares no hará más que aumentar el empleo aquí. También evitamos que se consuman grandes cantidades de petróleo en traerlos de países donde la explotación laboral de mayores y niños está permitida.

Francisco Povedano Aguilera. Miembro de EQUO                            Priego de Córdoba

Artículo publicado en la revista el Espolón

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