Nada más despertarme esta mañana, con los reflejos anaranjados de los primeros rayos sobre el cristal de mi ventana, tomé conciencia de que tenía buenos motivos para estar alegre. Y con ese vital impulso me dispuse a desayunar mientras escuchaba el noticiario de la radio. La primera noticia con la que voy untando la primera tostada hablaba de los últimos atentados terroristas sufridos en suelo europeo, así que el primer trozo de tostada no me resultó muy placentero. No pude evitar pensar en las vidas que ahora se podrían salvar y, en el pasado, haber salvado, si hubiésemos hecho algo, o bastante más, en el conflicto palestino-israelí, en evitar la falaz y devastadora guerra de Irak o al inicio del conflicto sirio, que, al fin y al cabo, están detrás de tanta sin razón a la que estamos, anestesiadamente, asistiendo.
Después, junto con el aceite, se derramaba sobre mi segunda tostada una noticia que, no sé por qué, me recordó a una partida de ajedrez: “Nuestros soberanos representantes políticos han iniciado su ronda de entrevistas con el Rey.” Unos usando la técnica del enroque corto y otros la del enroque largo. Pero, de una forma o de otra, entre todos, dando un verdadero jaque al Rey, al obviar que su figura, eminentemente decorativa, no puede ni va a resolver la egocéntrica incompetencia de éstos paupérrimos jugadores, capaces de firmar tablas una y otra vez y eternizar ésta exasperante y ruinosa partida antes que sacrificar o poner en riesgo la pieza que cada uno de ellos representa (Dama come peón b4… que para eso están los peones).
Al medio día regresé del trabajo y me dispuse, como siempre, a preparar el almuerzo, aderezado con el noticiario de turno. Que si el Reino Unido ha votado salir de Europa… que si Holanda y otros países se lo pueden estar planteando… que si Escocia e Irlanda del Norte quieren salir del Reino Unido, que si Cataluña quiere salir de España… ¡sálvese el que pueda!, parecen decir los que confunden su bolsillo con la patria.
Al llegar la noche, y mientras seleccionaba las piezas de fruta con las que suelo cenar, ingerí auditivamente la última macedonia de noticas del día: “Donald Trump puede ser el nuevo Presidente de Estados Unidos… Intento de golpe de estado en Turquía contrarrestado con una limpieza a base de amoníaco puro… En Alepo (Siria), ni el ejército leal al gobierno, ni el de la oposición, ni el ruso, ni el del Estado Islámico, ha conseguido todavía acabar con los tres edificios que aún siguen intactos ni con los cinco supervivientes que quedan…”
¡Vaya!, al final me he enrollado cuando lo que quería era explicar los motivos de mi alegre despertar, que no son otros que… que… bueno, la verdad es que ahora no me acuerdo. Quizás debería escuchar menos las noticias, o hacerme nacionalista de mi mismo… o, tal vez, escribir un artículo para desahogarme. En cualquier caso, como decía el poeta, aún quiero defender la alegría. Quizás por eso, y ante tanta locura, echo de menos esas descolgadas de teléfono del gran maestro Gila diciendo cosas como: “¿está el jefe de los corruptos?… que se ponga”.
José Moral. Simpatizante de EQUO