El 22 de abril se cumplen 42 años de la primera celebración del Día de la Tierra y sus problemas para soportar las actividades de los humanos de los países enriquecidos, lejos de haberse solucionado, aumentan:
Las especies que nos acompañan desaparecen a un ritmo entre 100 y 1000 veces superior a la extinción natural.
Estamos agotando los recursos energéticos baratos y los minerales estratégicos, agotamiento que cuestiona el mito dominante del crecimiento económico continuo, sin siquiera haber logrado mantener el bienestar de 1.500 millones de personas, manteniendo a 5.000 millones sin capacidad de acceder a los mínimos estándares dignos para vivir y condenando a 1.000 millones de ellas al hambre.
La acelerada quema de combustibles fósiles impide que los ecosistemas retiren de la atmósfera de gases de efecto invernadero al mismo ritmo que se emiten y como consecuencia el calentamiento global camina sin control provocado fenómenos climáticos extremos que en nuestro país se manifiesta con la mayor sequía en 70 años con perdidas para el campo de 500 millones de euros que calcula UAGA-COAG.
La salida a esta situación pasa por el cambio del modelo productivo, con las energías renovables como base del mismo, que tienen la bondad de generar mayor cantidad de empleos, nos liberan de la dependencia externa; importamos más del 80% de la energía que consumimos, cuyo coste supuso 40.000 millones de euros el año pasado- el 80% del déficit de la balanza de pagos española- nos aleja de guerras por petróleo o de enfrentamientos como los que en estos momentos mantiene el gobierno español con el argentino por el control de hidrocarburos y, simultáneamente, nos permitiría exportar tecnologías sostenibles.
Nuestro campo también está ahí esperando que seamos cuidadosos con nuestros suelo fortaleciendo la agricultura ecológica, intensiva en empleos, sana para quienes se dedican a la agricultura y para quienes consumimos sus productos, poniendo fin a la agricultura industrial que necesita grandes cantidades de energía, contamina nuestros suelos, aguas y nuestros propios cuerpos. En Somontes, Palma del Río, varias decenas de jornaleras y jornaleros están demostrando que nuestros campos pueden producir alimentos y empleo con las prácticas agrícolas adecuadas y con una estructura de acceso a la tierra alejada del latifundismo rentista cazador de subvenciones europeas.
Nuestras ciudades se han convertido en estos años en manzanas de viviendas casi vacías a la vez que se condenan a familias a vivir hacinados o al desahucio. Ciudades contaminadas por el transporte privado que adelanta la muerte de 16400 personas cada año y con viviendas que no nos protegen de las temperaturas extremas si no es a base de energía para aclimatarlas, la readaptación energética de nuestras viviendas puede ser fuente de ahorros económicos a la vez que un importante yacimiento de empleo para un sector tan castigado por la crisis como es el de la construcción.
Estas son algunas de las características de la senda para la salida de los problemas de Tierra y de quienes en ella estamos, senda diametralmente opuesta a la vía de recortes económicos, perdida de derechos y libertadas con los que nos está asediando el gobierno neocon de nuestro país que intenta enmascarar con el uso de la neo-lengua y que cada día inflige sufrimientos a cada vez mayor cantidad de personas y beneficia a cada vez menor número, incrementando su riqueza.
José Larios, Co-portavoz de EQUO Córdoba