Allá por noviembre de 2017 se celebró un pleno que daba el pistoletazo de salida a una de las actuaciones más insostenibles desde todos los puntos de vista que se han llevado a cabo en las tres últimas legislaturas en Rota.
Con los votos a favor de PSOE, IU, PP y RRUU se daba luz verde a la cesión por 20 años de un solar de todos los vecinos de Rota al Hotel Alegría, para que esta empresa privada se lucrara con la construcción de un Parque Acuático en suelo público destinado a zona educativa.
Los ya conocidos argumentos «mantra» de creación de empleo, generación de turismo, aumento de ventas indirectas en comercios de la zona, fueron centrales en el debate, aunque falsos en la realidad como veremos posteriormente.
Ya en febrero de 2018, con la alerta por sequía decretada por el gobierno socialista andaluz, hicimos ver de la necesidad de gestionar mejor un bien escaso y esencial para la vida como es el agua, que de manera lúdica en una explotación privada.
En los inicios de 2019, EQUO apoyó las reivindicaciones de un grupo de vecinos y vecinas de Costa Ballena, dado que además la construcción del parque acuático llevaba aparejada la construcción de 81 plazas de aparcamiento en una zona verde pública anexa al hotel, reconvirtiendo dichas zonas verdes, lugar destinado al ocio y cercana a un parque infantil, en zona marrón para vehículos.
Dicha construcción de plazas era obligatoria dado que según la ley andaluza de parques acuáticos, cada 15 plazas de aforo en dicha instalación, debe tener una plaza de aparcamiento disponible, y como el aforo del parque acuático era de 1200 personas, se necesitaban 81 plazas.
Por supuesto el gobierno local roteño defendía que eran necesarias las plazas de aparcamiento, dado que la zona de Costa Ballena tiene graves problemas de espacio para los vehículos privados.
La realidad es la que nos temíamos desde EQUO, el parque acuático ha sido utilizado en exclusiva por los clientes del hotel Alegría durante el 90% del pasado verano, abrió sus puertas al público el 24 agosto con precios que no todos pueden permitirse, no ha sido construido el aparcamiento obligatorio, y aún así ha obtenido las licencias y permisos para la actividad.
Se ha generado menos empleo del previsto, siendo este además estacional, no se han aumentado las ventas indirectas de los comercios de la zona, no han mejorado los accesos ni el aparcamiento en verano, y ahora el hotel está con sus puertas cerradas de nuevo, como viene siendo habitual, dejando la zona desierta de personas, vehículos y puestos de trabajo.
Ceder espacios que son de todos, sólo a uno, para que se lucre con un gasto de agua que no sobra, sin cumplir todas las premisas marcadas por ley, y dejar que se haga uso exclusivo de sus propios clientes, es la realidad que nos devuelve a épocas pasadas que pensábamos estaban superadas, donde cada cual campaba a sus anchas por cortijos propios y ajenos.
El tiempo y la justicia, seguramente nos volverán a dar la razón, es mejor invertir y apoyar a los pequeños comercios todo el año, generar un modelo social y productivo diferente, que utilizando los recursos naturales propios, genere actividad y empleo todo el año, para que las personas puedan tomar la decisión de vivir en una zona que se encuentra vacía todo el año, menos los dos meses de verano.
No hacen falta parques acuáticos, teniendo las preciosas playas que la naturaleza nos ha regalado, hacen falta espacios educativos, bibliotecas, geriátricos, incluso centros de alto rendimiento de Vela y Golf, que todos ellos tenían cabida en el espacio educativo que fue el solar del terreno cedido para uso privado del hotel Alegría hasta 2039.
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