Desde ARBA, fijándonos en la historia, vemos que la Campiña Cordobesa es un medio que se ha antropizado del todo con el paso del tiempo. Antes de que se empezaran a usar tractores, la gente que trabajaba en la campiña vivía en los cortijos, aumentando en las épocas de labor. Usaban yuntas, también la madera para los aperos o material de construcción para la casa como dinteles y travesaños. Cuando se necesitaba material se talaba, pero luego se dejaba que rebrotase sin sacarlo de raíz.
Posteriormente, con la introducción de la maquinaria ya no se necesitaba casi nada de mano de obra, y aunque antes ya ocurría en la CEE, con la PAC se provocó que en las fincas se quemaran y se arrancasen árboles y arbustos, provocando a la postre una gran erosión en las zonas de vaguadas por las lluvias continuas. Lo que al principio comienza como una pequeña cárcava, acaba convirtiéndose en un barranco, con la pérdida de tierra que eso supone.
Parece como si los dueños de las fincas y los agricultores no se diesen cuenta del problema, ya que los máximos perjudicados son ellos, porque perdiendo tierra pierden producción y por tanto dinero. Hemos llegado a un punto en el que cualquier árbol molesta, ya sea porque da sombra o porque está en medio del terreno cultivable.
Antes de los tractores, se llevaba a cabo en el campo lo que se llamaba el tercio. Se necesitaba un trozo para que comiese la yunta de bueyes, otro para el barbecho y otro para el cultivo, lo que favorecía a las especies de mamíferos y aves que allí vivían. Ahora solo se trata de sembrar y cosechar sin importar el estado de la finca. Esto ocurre también porque los dueños no se dignan a ir a ver la finca y lo único que quieren ver es mucho dinero.
Es agobiante el plantar teniendo en cuenta si pasa el ganado (por donde no debe), si echan herbicida (que incluso se echa, no sé si es sin querer o queriendo, en las pequeñas cárcavas que van apareciendo y provocando la aparición de isletas dentro del barranco), si se meten con el tractor (que parece como si necesitasen todo el espacio del mundo para maniobrar o acceder a un puntos desde el que seguir con sus labores), si el agricultor pasa por encima de la reforestación, si arranca lo plantado o si aran hasta el mismo borde de la cárcava (facilitando la erosión y la aparición de cárcavas laterales).
Para que el cambio climático tenga solución, lo que hay que hacer es reforestar, pero bien, y con las especies del lugar. ARBA Córdoba está haciendo restauraciones forestales en los taludes, y planta en las zonas en las que se produce erosión y así poder meter el apero, siempre por la misma zona sin pérdidas de suelo.
Estas restauraciones aumentarían por supuesto la diversidad de especies con la mejora de las poblaciones de perdiz, ya que un nido dentro de una masa de arbustos es más difícil de encontrar por los depredadores que en un nido hecho entre herbáceas o entre terrones. Igual pasa con otras especies, como rapaces nocturnas y diurnas, que hacen de controladores de plagas, como roedores o córvidos, mejorando las poblaciones de conejo alimentándose de los viejos y enfermos.
La administración dice que se quite pasto para que no absorba el agua o tape demasiado a las plantas. Todo esto es erróneo. Por lo menos en la campiña, el que las plantas estén rodeadas de pasto viene bien, ya que en invierno el suelo absorbe mejor el agua y en verano se mantiene más humedad que la que habría sin pasto.
En ARBA Córdoba, cuando plantamos pisamos bien la tierra para que no se queden huecos entre la raíz y la tierra, lo que produciría pudrimientos. Ponemos el protector y después las piedras o el pasto, según lo que tengamos a mano. Estas dos cosas, juntas o por separado, mantienen la humedad y la estructura del suelo evitando que se agriete.
A la hora de hacer las restauraciones forestales, nos fijamos en las características del suelo y en la experiencia. Así, en un suelo húmedo como riberas, barrancos, vaguadas, etc., pondremos especies como álamo blanco, fresno, olmo, almez, quejigos alcornoques, etc., y especies arbóreas y arbustivas como adelfa, taraje o rosal silvestre. Para otras zonas como taludes o acirates ponemos especies como la encina, acebuches, pino piñonero, almendros, majuelos, coscojas, romeros, espino negro, jaras, lentiscos o piruétanos. Y usando de nuevo especies como el rosal, el acebuche o la retama para zonas especialmente secas, donde aguantan bien las inclemencias del tiempo.
Si nos asomamos a la campiña, veremos un terreno ondulado que en primavera se ve verde y en verano pardo. En este paisaje monótono existen multitud de taludes y de arroyos que interrumpen los terrenos cultivables. Es de vergüenza que quieran gastarse un dineral en quitar la acumulación de sedimentos del río y no hagan por poner freno a ello. La solución es muy sencilla y es plantar árboles a mansalva. Aprovechar cualquier hueco libre para plantar árboles. Así saldremos ganando todos, los agricultores, la administración (al no tener que realizar actuaciones por culpa de la erosión) y los contribuyentes. Está claro que mientras no se solucione la crisis ambiental (que no les interesa solucionarla), no se solucionará la económica.
Se habla mucho del cambio climático y en realidad desde la administración y los dueños de las fincas privadas poco hacen para restaurar o por lo menos revegetar lindes, caminos, bordes de carretera y alcorques vacíos en las poblaciones. En ARBA Córdoba llevamos varios años reforestando lindes, taludes, cárcavas y barrancos tanto en la Vía Verde de la Campiña como en la cuenca del Arroyo Galapagar.
Francisco Javier Fernández Molina y Pablo Hermoso de Mendoza
ARBA Córdoba