¿Qué podemos hacer? (II)

Contra la ignorancia el conocimiento. En el artículo anterior hacía referencia a cómo los poderosos medios de comunicación en manos del capital condicionan de manera importante la manera en que los ciudadanos perciben lo que está ocurriendo y en esta línea de pensamiento nos han contado lo que el premio Nobel de economía P. Krugman llama “El Gran Engaño”. (Véase artículo anterior).

Padecemos un gobierno con su presidente a la cabeza, Mariano “el embustero”, que mienten más que hablan y solo se necesita mirar las hemerotecas y escucharlos diariamente, si el estómago nos lo permite, que en consonancia con sus principios están dificultando el acceso al conocimiento mediante los conocidos y criticados recortes a la educación y a la investigación pública y por otro lado el apoyo a la enseñanza privada y la relacionada con la oscurantista  y retrógrada Iglesia Católica.

Necesitamos que las naciones se marquen como objetivo prioritario, no tanto el “imposible crecimiento” que tanto pregonan y que los científicos nos informan que no es posible en un mundo finito seguir aspirando a un crecimiento permanente, sino una más justa distribución de la riqueza. Y ello implica cambiar a los dirigentes actuales y al sistema económico actual, pasar del capitalismo neoliberal a otro como el Modelo Económico del Bien Común (Impulsado por Christian Felber).

Parafraseando lo que decía Karl Marx en su “XI Tesis sobre Feuerbach”: Los filósofos (economistas) no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo (sistema económico), pero de lo que se trata es de transformarlo” (cursiva y paréntesis míos), es tarea de esa minoría de ciudadanos concienciados poner como prioritario en su esquema de valores defender la democracia y el estado de bienestar, promoviendo cambios políticos y sociales.

En nuestra sociedad no es difícil que haya un divorcio entre los valores y principios que defendemos y las conductas que realizamos. Por ello es necesario conocer qué está ocurriendo, ya que el conocimiento es necesario, aunque no suficiente, para que surja la resistencia, el compromiso y el cambio, teniendo presente que éste ha de empezar por uno mismo.

– Puesto que estamos en una sociedad de consumo empecemos por éste, de manera que antes de comprar algo nos hagamos un sencillo test:

–         ¿Por qué compro? ¿Lo necesito o lo deseo? Ya que a veces se trata de deseos inducidos por la publicidad y no de necesidades reales.

–         ¿Qué compro? cuya respuesta intenta que veamos en que medida el producto tiene en cuenta el respeto a las personas y al medio ambiente;

–         ¿Dónde o a quien se lo compramos? Estamos siguiendo los dictados de la ley de la oferta y la demanda que nos lleva a comprar lo más barato y próximo sin tener en cuenta donde y en que condiciones para las personas y el medio ambiente se producen o por el contrario, estamos apoyando los criterios de comercio justo en el cual pagamos, aunque sea algo mas caro, lo que necesitan para vivir dignamente las personas que han intervenido en la cadena de producción.

– Utilicemos bancos éticos (Triodos, Fiare) que no especulen con nuestros ahorros, en caso de que aún nos queden algunos.

– Participemos en todos aquellos actos que se convoquen en defensa del Estado del Bienestar y de rechazo a las medidas que lo están destruyendo.

– Acudamos de negro al centro de trabajo los viernes en señal de protesta por los recortes.

– Denunciemos el Gran Engaño en el que nos tienen cada vez que tengamos oportunidad de hacerlo.

– Exijamos, creando un estado de opinión en la sociedad, que “todos” aquellos gobernantes, banqueros o cualquier otra persona que se demuestre su responsabilidad en la situación actual sean juzgadas como responsables de “Crímenes contra la humanidad” en un proceso similar al que tuvo lugar tras la 2ª Guerra Mundial en Nuremberg.

– Participemos en grupos, asociaciones, movimientos vecinales o partidos políticos diferentes  a los que hasta ahora nos han gobernado, como EQUO, que defiendan y estén dispuestos a luchar por estos objetivos.

Estas son algunas propuestas que se me ocurren y que por supuesto, ni son todas ni seguramente las mejores, por ello en aras de la “inteligencia colectiva” animo a quienes lean el artículo añadan otras que consideren interesantes, a ver si entre todos somos capaces de dar con la clave que nos permita transformar esta sociedad.

Aunque parezca una tarea imposible, hagamos un ejercicio de optimismo, si cada uno de los ciudadanos convencidos nos convertimos en “activistas” y dispuestos a movilizar y convencer a los que nos rodean, si esta tarea la iniciáramos solo 100 personas con capacidad de atraer a cinco cada uno y estos nuevos hicieran lo mismo en solo ocho pasos se habría producido una epidemia de “ideas” (memes), que afectaría a mas de nueve millones de personas en nuestro país dispuestos a cambiar de modelo económico y de políticos.

Después de todo, quizás no sea tan difícil.

Antonio Pintor Álvarez.                                                                                                        Médico. Militante de Equo

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