LOS RIESGOS DE LA INCINERACIÓN DE RESIDUOS.
Las fábricas de cemento están apostando muy fuerte por incorporarse al negocio de gestión de residuos utilizándolos como combustible. La cementera cordobesa de Cosmos, como el resto de empresas del sector, está desarrollando una activa campaña de marketing, arropada por asociaciones empresariales y fundaciones afines, tratando de justificar los beneficios que reportaría la incineración de residuos en sus instalaciones. De entrada, plantean esta actividad como la única opción de viabilidad y mantenimiento de la factoría, jugando con la amenaza del despido a sus trabajadores. Así no resulta difícil de entender que el Comité de Empresa y las secciones sindicales de esta fábrica sean unánimes en apoyar a la patronal en su empeño por convertir la cementera en una incineradora. Todos al unísono repiten que no hay ningún riesgo para la seguridad y la salud, que los residuos que se quemarán no son peligrosos y que no hay nada que temer. Por añadidura, presentan algunos estudios ambientales y sanitarios (casualmente patrocinados por institutos o fundaciones financiadas por las empresas cementeras) que concluyen que no hay ninguna evidencia de que las emisiones procedentes de la incineración conlleven riesgos adicionales para la salud.
Es muy importante, por lo tanto, tener las ideas claras para que no nos confundan con esos argumentos falaces. Es cierto que los residuos que se pretenden quemar están clasificados como residuos no peligrosos. Lo que sí resulta peligroso son los productos derivados de su combustión. Tengamos en cuenta que lo que llamamos “residuos urbanos” es una mezcla heterogénea de materiales que contienen miles de sustancias químicas diferentes. A ellos hay que añadir los neumáticos, los plásticos agrícolas y los lodos de depuración. Está comprobado que la combustión de estos materiales en los hornos produce gran cantidad de productos químicos tóxicos como el dióxido de azufre, ácidos clorhídrico y fluorhídrico, metales (talio, mercurio, cadmio y plomo, entre otros), dioxinas, bifenilos policlorados y furanos. Se trata de sustancias que son tóxicas, persistentes en la naturaleza (no biodegradables) y bioacumulativas, es decir, no se excretan fácilmente sino que se acumulan en nuestro organismo, especialmente en los tejidos grasos. La inhalación de dichos productos químicos tiene serios efectos sobre la salud que se manifiestan en enfermedades respiratorias, alergias, alteraciones hormonales y distintas formas de cáncer. Las dioxinas son micropartículas muy volátiles, capaces de atravesar todos los filtros, por muy rigurosos que sean; incluso pueden atravesar las membranas celulares llegando al núcleo que contiene el material genético y producir mutaciones.
Por muchas garantías técnicas que la empresa Cosmos quiera presentar, es técnicamente imposible evitar estas emisiones de sustancias peligrosas. Puede que se llegue a conseguir que las cantidades emitidas sean muy pequeñas, pero el problema radica en su efecto acumulativo y en que se carece de sistemas de medición suficientemente sensibles y eficaces para conocer realmente qué productos y en qué cantidad estaremos respirando cada día. Los estudios clínicos y epidemiológicos tardarían 20 ó 30 años en demostrar un efecto tóxico evidente sobre la población. Y entonces sería demasiado tarde.
Por otro lado, para prevenir una explosión o antes de que se genere algún daño a los equipos del horno, deben instalarse unas válvulas de escape que, en caso de emergencia, se abren inmediatamente liberando al medio ambiente una nube de residuos cuya combustión ha sido parcial, sin control alguno. Estos escapes serían especialmente preocupantes en una fábrica cementera como la de Córdoba en cuya proximidad hay tantas viviendas, colegios, comercios y naves industriales.
Por estas razones, cuando en el año 2007 la empresa Cosmos anunció su intención de iniciar las actividades de incineración de residuos, la ciudadanía cordobesa reaccionó con movilizaciones y todos los grupos políticos que en aquel momento formaban parte de la Corporación Municipal expresaron su oposición. Como consecuencia, la empresa se retractó y declaró públicamente que renunciaba a su proyecto de incineración.
Sin embargo, a finales del pasado año 2011, defraudando la confianza en su palabra, la dirección de Cosmos volvió a presentar la incineración de residuos como garantía de viabilidad de la factoría en Córdoba y anunció que comenzarían con ella próximamente.
Salustiano Luque. Miembro de EQUO Córdoba.