Equo Córdoba denuncia las autorizaciones concedidas por el gobierno andaluz para el empleo de la fracturación hidráulica o «fracking» como metodo de extraer gas y exige a la Junta de Andalucía que apueste por un modelo energético 100% renovable. Esta denuncia se suma a la Proposición no de Ley presentada por el diputado de Compromís-EQUO en el Congreso de los Diputados en noviembre instando al gobierno a la prohibición de esta técnica, como ya sucede en Francia y otros paises y está siendo estudiado por el Parlamento Europeo. Igualmente, EQUO Andalucía acabar de aprobar en su I Congreso una resolución política contra el empleo de esta nociva práctica en el territorio andaluz.
Lamentablemente existen ya solicitudes de prospecciones en nuestra provincia, en varios municipios: Córdoba, Bujalance, Adamuz, Montoro, Cañete, Dos Torres, Baena, Villa del Río, El Carpio, Fernán Núñez, La Carlota, Almodóvar y Obejo, al menos entran dentro de las solicitudes denominadas Adamuz y El Carpio realizadas por RIPSA y Lola 1 y Lola 2 solicitadas por Oil and Gas Capital S.L., afectando el tramo inferior del río Guadajoz y el tramo medio del río Guadalquivir.
- Zonas de exploración autorizadas en Andalucía
Según el coportavoz de EQUO Córdoba, Diego Rodríguez “el problema de esta técnica es que ocasiona la contaminación de acuíferos tanto por el gas natural liberado como por los componentes tóxicos que forman parte del liquido que se usa para la fracturación como el que se usa, una vez conseguida esta, para bombear hasta la superficie el gas”.
El líquido habitualmente usado es agua con aditivos para permitir que esta se bombee y difunda con mayor facilidad disminuyendo la fricción del agua.
Para la fracturación se inyectan entre 23 y 2300 m3 de agua y pudiendo llegar a 200,000 m3 la cantidad usada en la extracción.
A los riesgos antes mencionados de contaminación de acuíferos, señala la también coportavoz de la formación Eladia Cuevas, “se suman los accidentes en el proceso de perforación, el incremento de la sismicidad por la alteración del subsuelo, la liberación de gases de efecto invernadero como el metano, 25 más contaminante que el dióxido de carbono, el riesgo en el manejo y transporte de los tóxicos usado como aditivos, la contaminación del aire por la fuga de gases, el uso de suelo, en una explotación se pueden perforar de 1.5 a 3.5 plataformas por km2, con una ocupación de 2 hectáreas por cada una, a lo que hay que añadir el uso de agua, de gran importancia en zonas como el valle del Guadalquivir en el que este recurso es escaso”.
Estas técnicas de extracción de hidrocarburos son muy agresivas para los ecosistemas y las personas, de aquí que hayan sido prohibidas o sometidas a moratoria en muchos países europeos.
La excusa de la autonomía energética no es de recibo en una zona como la nuestra en la que el sol cae a raudales, las tecnologías renovables son, de lejos, menos agresivas, más sostenibles ambientalmente, perdurables, a la par que mayores generadoras de empleo y nos permiten la exportación tecnológica a otros países.
La técnica del «fracking» consiste en perforar el subsuelo verticalmente hasta una determinada profundidad y a continuación seguir perforando horizontalmente. Una vez realizada la perforación se bombea un fluido para provocar la fracturación de las rocas en las que se encuentra difuso el gas, para liberarlo y poderlo extraer.