Los Precios en la Agricultura

Encarnación Samblás
Encarnación Samblás

Estos días miles de agricultores se movilizan contra los bajos precios que perciben por sus productos. El mercado está saturado de mercancía por las inusuales temperaturas de este invierno, son cosas del mercado, y el mercado manda.

A veces les va bien que suceda, aunque cada vez con menos frecuencia, no hay nada que reivindicar, demasiado ocupados para reflexionar sobre lo que éramos, lo que somos y sobre todo hacia dónde va el modelo agrícola en el que estamos inmersos. Es comprensible, pensemos en el síndrome de la rana en el cazo de agua caliente. La rana está a gusto y calentita y cuando se da cuenta que el agua quema ya es muy tarde y está sin fuerza para saltar fuera del cazo.

Cuando aterricé en Almería recién terminados mis estudios de ingeniería técnica Agrícola, era 1988 y se estaba estrenando el modelo de agronegocio en la provincia. La gran empresa en la que comencé de becaria era QUAS, Tierras de Almería, perteneciente a Banesto. No era lo habitual, en aquel entonces los invernaderos eran mayoritariamente un negocio familiar de agricultores y campesinos locales y venidos de provincias limítrofes, gentes con necesidades, pero sin hambre, trabajadores que arriesgaron todos sus ahorros y los de sus familias para ponerse a cultivar con las indicaciones de técnicos al servicio de comerciantes de abonos y fitosanitarios o de comercializadoras exportadoras de hortalizas.

Desde entonces todo ha cambiado mucho, desde el paisaje hasta el paisanaje. Antes el invernadero predominante era el tipo parral porque ese era su origen, ahora es sustituido por estructuras bioclimáticas en superficies aterrazadas, con muros de piedra, cuyo valor de construcción de un metro, podría dar para vivir con dignidad a una familia por mucho tiempo.

Invernaderos tecnológicos de última generación, más que invernaderos son fábricas, listos para hacer agricultura bioclimática, sin suelo, con poca agua y apenas mano de obra, pero con mucha química, con mucho laboratorio, pertenecientes a grandes empresas, aunque más bien corporaciones, que fabrican y venden sin intervención apenas del paisanaje autóctono.

Es la tendencia aquí y en todo el planeta, corporaciones que cultivan en cualquier parte, apropiándose de los recursos locales, del suelo, del agua… Y deja a los agricultores locales fuera del mercado y sin medios de vida. Es el modelo agroindustrial que nos trae exquisitos productos de cualquier parte del mundo al supermercado de la esquina.

Cuando las políticas agrarias actúan, propician estos modelos de agricultura, todavía no está el agua hirviendo, pero su temperatura aumenta con mucha rapidez. Con gran esfuerzo, unos pocos agricultores buscan salidas, practican agricultura ecológica, buscan productos nuevos, soluciones a corto plazo, ayudas temporales, con los precios, dentro del mismo sistema no tenemos soberanía alimentaria, somos dependientes.

Por suerte el nivel de conciencia aumenta y se crean movimientos sociales que se hacen globales, como la vía campesina, socla, grain  y todos ellos están de acuerdo en que es la verdadera solución para luchar por la soberanía alimentaria y contra el cambio climático a la vez, la solución definitiva, la agroecología (saltar del cazo, antes que nos achicharremos) de productores y consumidores. Podemos y tenemos que transitar hacia la soberanía alimentaria local y global, no podemos permitir que las corporaciones se hagan con los recursos que permiten la alimentación de los pueblos.

Los productores deben estudiar el modo de reducir la dependencia externa de insumos para sus cultivos, esto se hace estudiando y aplicando la agroecología, mejorando la biodiversidad de los agrosistemas, mejorando el suelo con materia orgánica procedente del reciclaje de nutrientes, permitiendo la supervivencia de los insectos beneficiosos, creando agrosistemas equilibrados y buscando mercados más cercanos y más respetuosos con el medioambiente.

Los consumidores debemos renunciar a los productos kilométricos, consumir local, lo más cercano posible y exigir productos cultivados con respeto a la naturaleza, organizarnos en grupos de consumo, apoyar a los productores locales que hagan un manejo respetuoso con la Naturaleza.

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