
Ha llegado la primavera acompañada de fenómenos naturales casi apocalípticos: eclipse solar; marea provocada por una súper luna; lluvia primaveral que ha causado inundaciones en la provincia, etc. En otras épocas, por menos, los gobernantes estarían estremecidos y no harían ningún cambio sociopolítico, ni iniciarían guerras, ni implantarían nuevas leyes para oprimir aún más. La lluvia, generosa esta vez en nuestra tierra, ha vuelto a poner de manifiesto el estado en el que se encuentran nuestras infraestructuras: ¿Se habrá llevado el problema que causa parte de estas inundaciones?
La corrupción en Andalucía es un acumulo de escándalos que no hay que olvidar. Con más de 1.000 imputados y 6.000 millones de euros defraudados que no se han justificado, se convierte en una de las mayores lacras que tenemos que soportar en la Comunidad Autónoma. Los de rabiosa actualidad se conocen como: El caso ERE (fraude con las ayudas para la formación de la Consejería de Empleo) o las facturas falsas de UGT Andalucía. Si tiramos de memoria, en los años 80 destacan: el caso “Edificio Presidente” o el pelotazo urbanístico frustrado de “Costa Doñana”; en los 90 el caso Ollero (en el que el hermano del director de carreteras fue cogido sin pudor con 22 millones de las antiguas pesetas); también destacan la condonación de créditos de Caja Jerez a dirigentes del PSOE andaluz, o los negocios de los hermanos de Chaves en el caso Matsa o Climo Cubierta. En resumen destacan: 3.000 millones € en los cursos de formación (2014); 2.400 millones € en el caso Malaya (2006), ERE 855 millones de € (2010); UGT 15 millones de € (2013); ASTAPA 20 millones de € (2008); Juan Guerra 246.414 € (1989), etc. En la Comunidad Andaluza hay un total de 114 implicados en corrupción y que salpican a todos los partidos políticos: PSOE, PP, IU, GIL, PAL, PA, UCOR, etc. Y en Almería, los casos de corrupción suman y siguen. Consejerías, Diputación y diferentes municipios de la provincia se ven ensombrecidos por los casos de corrupción. Ejemplo de ello son: la Operación Costurero, la Operación Poniente, la Operación Tres Reyes, etc.
La ciudadanía está o parece insensible a todos estos casos que nos convierten en el hazmerreír de la política europea. ¿Es que lo vemos normal? ¿Somos todos potencialmente corruptos? Me niego a que nos lo hagan creer, y me niego que ante la falta de honestidad no se pidan responsabilidades. La corrupción en un estado democrático no está normalizada como nos quieren hacer creer. ¿Por qué los partidos no se la toman en serio? Para cuándo dejan la Ley de Financiación de Partidos, las listas abiertas para las elecciones, una Ley de Transparencia haciendo accesibles las declaraciones de ingresos públicos y privados además del patrimonio personal y familiar. Y para cuando el endurecimiento de la incompatibilidad para cargos electos y altos cargos de designación directa, etc.
Ya nos han demostrado todos los partidos las ganas que tienen para acabar con la corrupción que nos azota a todos los niveles en nuestro país. Ningún partido de los nombrados anteriormente ha actuado con tolerancia cero ante los casos de corrupción en los últimos 35 años: ¿cómo nos vamos a creer que lo harán en los próximos 4 años? Quizás pensemos que votar no sirve para nada, pero grano a grano se hace un magnífico desierto o gota a gota un majestuoso océano; es cuestión de ir a hacerlo desde la reflexión, madurez y criterio: ¿nos animamos a cambiar el mundo con nuestro grano o gota para hacerlo más justo, solidario y sostenible?