La educación sigue estando en el centro del tablero de juego de la vida política española. El próximo 9 de mayo está convocada una huelga general por la Plataforma Estatal por la Escuela Pública, constituida por asociaciones y sindicatos de estudiantes, madres y padres, y profesores. Y no es para menos, porque la educación común para todos (la pública) está sufriendo un ataque.
El clima creado por los recortes en educación, como en otros servicios públicos, no es, precisamente, el apropiado para un momento crítico como el que vivimos, donde necesitamos un impulso hacia el futuro que suele venir en todas las sociedades avanzadas de una educación firmemente asentada. Los recortes (que no reformas) han ido encaminados a convertir la educación pública en un espacio que reciba a cada vez más alumnos con un decreciente nivel de recursos humanos y materiales. Este interés por invertir menos en educación, como en ciencia o investigación, es uno de los más sorprendentes datos que cualquier experto o, mejor, cualquier persona con sentido común, puede observar en nuestro país en los últimos años.
Aunque puede pensarse que es sólo una cuestión de números, de cuadratura de balances públicos, esconde un trasfondo que es, en realidad, una opción de futuro (o de “retrofuturo”, como veremos). Y no es otra que ir marginalizando la educación pública, de todos y todas, la educación que nos es común, que está al alcance de todos, a favor de opciones al alcance de algunos o de opciones cerradas confesionalmente y favorecidas mediante conciertos con el Estado. Una educación para todos y todas de calidad y que sirva de ascensor social para aquellos que sean capaces de desarrollar todas sus capacidades, vengan de donde vengan, no es un modelo deseable para quienes nos dirigen. Su opción de futuro es volver hacia atrás, ir desmontando lo que quede de educación pública para convertirla en una opción residual.
El modelo que deja traslucir la LOMCE es un modelo viejo, muy viejo, en realidad. Es mirar al futuro por el espejo retrovisor de la añoranza de aquellos viejos y buenos tiempos que las memorias dulcificadas recuerdan como míticas. Segregación y reválidas no parecen sacadas de un estudio profundo de las necesidades de nuestra sociedad en los próximos años, sino, más bien, del cajón de los recuerdos de algunos que sí pudieron estudiar en su juventud. Es un modelo, además, que pone al servicio de la economía todo el edificio de la educación. Es un modelo productivista procedente del siglo XIX y de un mundo industrial periclitado, que probablemente no exista cuando los estudiantes de primaria que comiencen su periplo académico finalicen sus estudios. Así desaparecen materias que hacen referencia a valores ciudadanos y éticos, que no tienen cabida en ese paradigma. Se reduce el lado artístico de la formación del individuo como si la creatividad no fuera también una herramienta para resolver cuestiones prácticas, incluso de índole económica. En suma, una visión muy estrecha, y muy arcaica. Que no tendrá éxito, además.
Y es que el proceso de reforma de la educación en España ha sido constante para, paradójicamente, volver al punto de partida en muchos aspectos. La Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) será la octava norma educativa estatal desde los años setenta. Por supuesto, va a ser impuesta sin un debate previo en la sociedad. Y no es un tema menor, porque en el modelo de educación nos jugamos el modelo de sociedad y de país a medio y largo plazo. Los debates se pierden entre problemas lingüísticos, materias que se reducen o se suprimen, pero no se centran en qué tipo de educación y qué finalidades se quieren alcanzar. En pocas palabras, qué país queremos en el futuro.
Y sí, la educación está en crisis. Lleva tiempo. Porque nuestro modelo social y económico está haciendo aguas a marchas forzadas, no por la educación en sí. Es necesario reiniciar la educación. Debemos replantearnos qué educación queremos, qué sociedad, qué economía, qué cultura, qué democracia… ¿Es adecuada una escuela que sigue ordenada como una fábrica del siglo XIX, con sus sirenas, sus turnos, una escuela que se asemeja más a un centro industrial que a un lugar de aprendizaje? Nos guste o no, no hemos entrado al núcleo de la discusión del modelo de educación que necesitamos para este mundo en transición en el que nos encontramos. Horarios, agrupamientos, controles… todo tiene un tufo industrialista que aún sorprende, acabado como está en Europa este mundo desde hace años. Y no digamos de esa enseñanza dirigida absolutamente por el profesor que rellena las vacías mentes con contenidos a los que sobradamente se puede acceder ya sin dificultad y con mejor presentación. Hasta la disposición del mobiliario en un aula remite a un tiempo ya pasado.
No se habla de una nueva escuela que responda a un mundo más creativo, diverso, emprendedor, preocupado por cooperar para mejorar nuestros medios de vida individuales y colectivos, con mayor capacidad de evaluación del esfuerzo y no sólo de los resultados, con énfasis en la autorregulación del trabajo propio y de grupo, de una escuela centrada en el alumno y no en el profesor, sin unos contenidos encerrados en un libro de texto. De eso, no se habla, porque, además, a los trabajadores de la educación no se les consulta. Ya ni a los expertos en educación…
¿Qué cosecha recogerá una reforma de la educación que se basa en un mundo acabado, que ha entrado en crisis sistémica, que se ha basado en la explotación de los recursos naturales y humanos en beneficio de unas élites, en una competitividad sin fin y en una búsqueda de crecimiento ilimitado cueste lo que cueste? Lo veremos. Pero es muy probable, que tengamos que hacernos unas cuantas preguntas más en los años venideros. Y las respuestas de la LOMCE y su enfoque ni las leeremos.
Alberto de los Ríos Sánchez, Profesor de Secundaria y miembro de EQUO
3 ideas sobre “#REINICIA LA EDUCACIÓN”
Gracias Vito. La lucha por el cambio sigue ahí. La educación es una herramienta formidable de cambio.
Alberto muy interesante tu artículo, todo lo que dicer me motiva para continuar en la lucha por el cambio. Esto tenemos que cambiarlo por el bien de mi nieto y de todos los nietos . Besos
Reblogueó esto en sinapsis colectivay comentado:
Vienen a por lo común, a por lo que es de todos. Pero además nos estamos olvidando de plantear la educación para una sociedad más cooperativa, creativa y emprendedora.