Soy Semilla, Somos Semilla (Mar Verdejo Coto)

Mar Verdejo Coto
Mar Verdejo Coto

Dice el estribillo de una canción pegadiza de Macaco: “soy semilla”; en ella habla de la destrucción del Planeta, de los transgénicos, del abandono de las tierras de cultivo, de la muerte de las abejas, etc. En definitiva, de la destrucción de nuestro futuro y del resto de las especies en este Planeta. En la canción canta una y otra vez: “soy semilla, soy semilla”. Las semillas contienen toda la carga genética para originar una nueva planta. Y con tiempo un bosque que albergará más vida. A pesar de ser pequeñas tienen una infinita paciencia y esperan a que las condiciones sean adecuadas para germinar. Dicen los versos del poema epitafio para la tumba del guatemalteco Adolfo Báez Bone: “Nos enterraron pero olvidaron que somos semillas”. Es un grito ante la desesperación que dice sí a la esperanza, para dejar este mundo mejor de lo que lo encontramos. En el estribillo de la canción “soy semilla”, me imagino que se siembra una conciencia. Diez, cien, miles, millones… porque somos semilla.

A veces alguien va contra corriente, contra los elementos, contra lo establecido: “Me senté y lloré sobre los cuerpos de aquellas serpientes. Murieron bajo el calor, sin ningún tipo de sombra. Alerté al departamento forestal y les pregunté si se podían plantar más árboles allí. Me dijeron que nada podía crecer allí, pero que podía intentar plantar algún tipo de bambú. Nadie me ayudó. Nadie estaba interesado”. Dice Payeng que ha vivido aislado durante 30 años en un territorio inhóspito. Consiguió un bosque recogiendo semillas de árboles. Lo cuidó con mimo, lo sembró, lo regó. Él es semilla. Hace unos meses, junto al “Bosque Habitado” programa de RNE3, descubrí uno de los bosques mejor conservados en el Mediterráneo, gracias a la gestión de una mujer valerosa que ha sabido escuchar y leer el bosque, Isabel Queral Ruano. No lo ha tenido fácil, ha tenido que desafiar a lo establecido, a lo escrito en los documentos científicos que durante años repiten siempre los mismos errores. Ella, se salió de lo establecido y luchó por él y junto a él, y hoy podemos disfrutar del maravilloso regalo que nos aguarda en el Barranc dels Horts. Más de veinte años de tenacidad y esperanza. Ella es semilla.

En la Sierra de Filabres, sobre los 1500 metros sobre el nivel del mar,  junto a encinas milenarias, Manuel Pérez Sola ha plantado, con la ayuda de su familia y sus numerosas amistades durante más de treinta años, un futuro bosque de encinas de más de 60.000 árboles, además de las que han nacido solas en el terreno ya no roturado por sus ancestros. Él no hace las acciones pensando en el ahora, las hace para beneficio de las generaciones venideras. Él es semilla. En la Ribera de la Algaida y las Salinas, un espacio vertebrador del municipio de Roquetas de Mar, en el que los niños y las niñas, que son el futuro, lanzan “bombas” de semilla, demostrando que la diversidad social se pone de acuerdo a la hora de proteger un espacio natural y cultural, y que el Ayuntamiento de Roquetas de Mar se empeña en construir en zona indudable. La ciudadanía se organiza para proteger lo que es de todos y para que no se repitan los mismos errores. Son semilla. Somos semilla.

Las acciones e ideas individuales y colectivas son las semillas esperando a brotar. Estas semillas, con los cuidados necesarios, serán majestuosos árboles o pequeñas plantitas que formarán parte del ciclo de la vida y que se irán adaptando a diferentes suelos y climas. Y el día en el que el ser humano devuelva a la Naturaleza lo que le ha robado, y tratemos a los árboles y a los animales como si fueran hijos e hijas, habremos comprendido uno de los misterios que encierran las codiciadas semillas. Somos semilla. Soy semilla.

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