Otro año más del Toro de Cuerda de Carcabuey

En las fiestas de la Aurora en agosto y en las del Castillo en septiembre, se celebra en la localidad cordobesa de Carcabuey el denominado Toro de Cuerda. El espectáculo consiste en conducir, por calles resbaladizas, con gran tumulto y ruido, a una serie de animales que son incitados a cornear vallas y a correr durante casi dos horas. Toros y vaquillas son utilizados para cumplir con una ancestral tradición, basada en rememorar la conducción del ganado vacuno al matadero del pueblo. El Reglamento de festejos populares taurinos de Andalucía prohíbe taxativamente, en su artículo 5, el uso de sogas y cuerdas para sujetar a los animales y el maltratar, herir, pinchar, golpear o tratar cruelmente a las reses, como dicta el sentido común, ya que estas prácticas producen sufrimiento psíquico y físico en ellos. Sin embargo, este mismo Reglamento, en su disposición adicional primera, crea una excepción con aquellos espectáculos que tienen una tradición acreditada, entre los que nombra a Carcabuey y a otros municipios andaluces. En este caso, el más básico sentido común, el de proteger a los animales, herbívoros con conducta de presa, como son los usados en estos festejos, se hace añicos por la calificación como Fiesta de Interés Turístico.

Foto: Diario Córdoba

Que los animales sufren y no están adaptados a estos espectáculos es irrefutable. Los informes sobre el estrés y el sufrimiento de los bóvidos, están recogidos en numerosos artículos científicos. Como colofón, en estos festejos se elige a un embajador, cuyo nombramiento ha recaído este año en un profesor de la Facultad de Veterinaria de Córdoba; profesor que, dada su profesión, debería estar del lado de los animales y no de la diversión que se consigue con su sufrimiento. El dudoso honor de ser madrina le ha correspondido a la presidenta de la Diputación de Córdoba, que siguiendo la tendencia «natural» de nuestros políticos, ha utilizado dinero público, es decir, de todos los cordobeses, en la conocida «partida presupuestaria» de “pan y circo”, que tan rentable resulta a la hora de obtener votos, olvidando los estragos de la crisis de la que no escapan los carcabulenses.

El rito ancestral que se quiere perpetuar con esta fiesta está fuera de época, es un anacronismo, y choca con las normativas europeas sobre bienestar animal. Además, causa rechazo social y no es lo más idóneo y recomendable para educar a nuestros hijos e hijas en valores éticos y morales, entre los que debo destacar el respeto por otras formas de vida, la de otros animales que sienten y tienen emociones muy similares a las nuestras; es algo tan sencillo de entender como la empatía. Nadie en su sano juicio maltrataría de esta forma a un perro, a un gato, a un caballo, y de hacerlo recibiría la condena pública y las sanciones oportunas. Por desgracia y a día de hoy, nuestras leyes de protección animal exceptúan el maltrato hacía animales que se utilizan en estos festejos, y que sin duda deben ser abolidos.

Rafael A. Luna Murillo, veterinario, vicepresidente de AVAT (Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia), afiliado al partido EQUO.

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