Consumir más no es amar

Muchas personas creen que regalar flores o bombones el 14 de febrero es un detalle bonito. Pero ese gesto inocente refleja el consumismo que nos rodea. Una vorágine que programa hasta en qué día del año debemos hacer una demostración de amor a nuestra pareja.

El 14 de febrero nos gastaremos millones de euros en rosas que se marchitarán. Cenaremos en restaurantes a la luz de las velas sin apenas levantar la mirada de ese smartphone que nos desconecta de la realidad. Llenaremos las salas de cine para ver las dichosas sombras de Grey con su trasfondo de sumisión y machismo que, sibilinamente, Hollywood nos impone. Acudiremos a grandes almacenes para, a golpe de tarjetas de crédito, creer que tantas horas de trabajo merecen la pena…

El 14 de febrero es el símbolo de esta sociedad artificial que hemos creado, en la que todo, hasta el amor, tiene fecha y precio.

¿No sería mejor demostrar nuestro amor durante los 365 días del año? ¿Es necesario que desde fuera nos impongan una fecha y unos ritos que solo benefician a quienes precisamente nos los han impuesto?

¿Por qué no cambiamos las rosas del 14 de febrero por sonrisas durante todo el año? Sería bastante más barato y nuestras parejas seguro que lo agradecerían mucho más.

No queremos ser unos aguafiestas, tan solo invitamos a la reflexión. El 14 de febrero no es malo en sí, es solamente el síntoma de un mal mucho más grave que amenaza nuestro planeta y degrada nuestra propia esencia humana… El consumismo.

Ese mismo consumismo que arrasa bosques y mares es el mismo que nos impulsa a comprar cosas superfluas sin que ni siquiera nos demos cuenta de ello. Igual que la Navidad, la moda, las vacaciones en el Caribe o las comuniones; el día de los enamorados es uno de los muchos símbolos que hemos fabricado para maquillar nuestras vidas y satisfacer necesidades que realmente no nos llenan, sino que solo nos empujan a seguir consumiendo…

En Equo buscamos que las personas sean más conscientes del mundo que la rodea. Es el único camino que conocemos para construir un mundo más justo y sostenible. Por eso, para nosotros, el amor no debería medirse en euros, sino en sentimientos… Y estos no tienen precio.

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