De la participación política y el nacimiento de EQUO: mi visión

Creo firmemente en la política. No necesariamente en la que se realiza en los escaños parlamentarios y para nada en la que supone peleas internas, cuotas de poder, asentir a todo lo que dicen “los tuyos” y considerar horrible SIEMPRE lo que dicen los otros. Pero creo en la política. Porque creo que la ausencia de política supone algo muy parecido a una dictadura. Donde las personas no son ciudadanos, son súbditos, clientes, contribuyentes…. lo que sea, pero no existe ciudadanía. Algo así pasa ahora con la Unión Europea, por cierto. Apenas podemos hacer política europea, no existe la ciudadanía europea y los verdaderos ciudadanos y ciudadanas están cada vez más asqueados de esa Europa.

Como persona política, desde muy joven he participado en movimientos, juventudes y otras formas de actuación política. Mucho y a fondo, involucrándome en aquello en lo que creía. Con la ilusión de la juventud y con la entrega que la acompaña. Fui miembro de las juventudes del partido que mejor encarnaba para mí las ansias de cambio revolucionario de una situación con numerosos problemas. Creí firmemente en los dogmas que prometían un futuro de liberación, igualdad y felicidad a través del proletariado y el partido. En parte, me modelaron como persona, y no puedo renegar del todo de aquellas creencias, aunque ya no las pueda mantener.

Uno de los factores que me hizo superar esa etapa fueron las constantes divisiones internas y la ferocidad con que eran tratadas, como si alejarse de la verdadera palabra revelada revolucionaria fuera un crimen peor que la explotación de las masas oprimidas. El peor enemigo era el más cercano. Hasta que se fueron marchando, por decisión propia o no. Y yo miraba y pensaba “No es esto, no es esto…” parafraseando a Ortega y Gasset. La vergüenza de contemplar como la supuesta unidad en la pluralidad iba dejando paso al monolitismo conformista me hizo darme cuenta de que ya no tenía mi sitio en ese lugar.

Sin embargo, durante mucho tiempo, por fidelidad, por motivos emocionales, por falta de alternativas…. seguí siendo un fiel votante, considerándome una oveja descarriada y crítica del mismo rebaño. Pero con desencanto. Con hastío, muchas veces.

Luego llegué a Córdoba (soy gaditano), hace ya una década, y contemplé horrorizado como el supuesto oasis de la izquierda en Andalucía y España se tornaba en un ayuntamiento más que cercano al poder evangélico-financiero y de la más mafiosa y zafia industria enladrilladora. Y por higiene mental, por primera vez en mi vida, no les di (a los mios!!) mi voto.

Seguía, de todas formas, sin alternativas. Hasta que leí que una persona que respetaba mucho, por haberse atrevido a sacar los colores a los poderosos, pretendía emprender, junto con otras personas, una lucha quijotesca, la de unir tras años de división e incomprensiones, al mundo ecologista español. Y me pareció una batalla que merecía la pena ser librada. Si las izquierdas no podían unirse, crear un partido verde, potente, que promueva y haga esa “otra política” que sigo creyendo posible. EQUO. Vaya nombre!! ¿No se podría llamar, no sé, Los Verdes, Partido Verde, Unidad Verde? Pero no….. EQUO. Luego lo he visto claro. EQUO es nuevo, no es una manta con retales cosidos, siempre dispuesta a romperse y rasgarse por sus viejas, viejísimas costuras.

Me acerqué con ilusión y descubrí a un grupo de personas que sabía lo que quería y poco más. Casi dos años después, tres campañas electorales y un congreso federal a las espaldas, la ilusión sigue siendo el sentimiento dominante. Porque si vamos lentos, es porque vamos bien, vamos juntos. Porque nos equivocamos veinte veces en lo accesorio para poder acertar en lo principal (un partido abierto, horizontal, participativo). No hemos conseguido todo lo que queríamos, pero hemos andado tanto que parece mentira que haya sucedido. EQUO ya no es un proyecto, es una realidad. Dentro de pocos días tendremos una nueva oportunidad de seguir innovando, de construir, de buscar alternativas, cuando tengamos el I Congreso de EQUO Andalucía, que también se está convirtiendo en una realidad. Una realidad ilusionante, desconcertante, un experimento político cuando este país está lleno de partidos fósiles, que deben recurrir a las banderas por falta de ideas. Y si algo necesitamos es buscar otras formas de afrontar los problemas, la política.

Y mi forma, ahora y mientras siga siendo así, es EQUO.

Ramón Fernández Barba, miembro de EQUO Córdoba

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