Rechazada por ser mujer: Gertrudis Gómez de Avellaneda.

Germán Jiménez Jiménez (de la Mesa de Coordinación EQUO Sevilla)

Hace un par de días mi amigo Pelayo me pasó una de esas peticiones en las que piden tu firma para cualquiera de las miles de urgencias que ahora se nos presentan, y a las que, -cansado ya de tanto firmar sin ser ministro- no suelo atender. Pero esta me llamó la atención de manera especial: “Solicitamos, -decía-, que la Real Academia Española nombre académica a Gertrudis Gómez de Avellaneda, RECHAZADA POR SER MUJER”. (Las mayúsculas no son mías)

2Hasta ese momento pocas cosas conocía de Gertrudis; a saber, que está enterrada en el cementerio de Sevilla aunque era cubana, que escribió mucho teatro desconocido para mí, y este verso y medio retenido en mi memoria: “¡Funesta ceguedad! ¡Delirio insano! / ¡Te gritó la razón…!” y que no podría terminarlo si no lo pregunto a Mr. Google.

Lo extraordinariamente extraño de este acontecimiento no es que la Academia le negara la entrada por ser mujer, es que ella, una mujer, se atreviera a solicitar algo así a mediados del siglo XIX. Actualmente no pasarán de siete los sillones ocupados por traseros femeninos y cada vez que alguna de ellas entra en aquella vieja casona de la calle Felipe IV es un acontecimiento periodístico por aquello de que los niños, a veces, muerden a los perros.

Prácticamente todas aquellas instituciones que llegan de la Ilustración y que nacieron con un claro espíritu renovador se han sabido mantener a lo largo de estos siglos, pero algunas de ellas, -casi todas me atrevería a afirmar-, no han podido quitarse el lustre casposo decimonónico. ¿No han podido o no han querido? Para los últimos presidentes y sus equipos de gobierno ha sido mucho más fácil adaptar durante estos años la institución a las nuevas tecnologías, -y el esfuerzo en este sentido es digno de elogio-, que intentar adaptarla a la nueva sociedad española. Y no podemos decir que todos los académicos sean iguales, ahí encontramos plumas fértiles y renovadoras social y políticamente, pero que desgraciadamente se han dejado avasallar por ese clima de fina soberbia masculina y de coñac Soberano al que deben oler sus asientos abecedáricos.

Es evidente que EQUO lucha de manera manifiesta contra las actitudes machistas y que lo hace en las fechas señaladas al igual que lo hacen el resto de las asociaciones sociales, pero debemos buscar otras fechas distintas de las habituales, como esta del nacimiento de la poeta romántica Gertrudis, y nuevos frentes como el de la Academia de la Lengua, que más que mantener, fijar y dar esplendor parece que lo que sigue intentando es mantenerse, fijarse y darse esplendor a sí misma a costa del sentido común y de las exigencias de la sociedad actual.

Creo que Equo, como partido renovador que es, debería solicitar a la Academia que, sin necesidad de llegar a las listas cremallera, dejara de admitir durante algún tiempo a tan graves y circunspectos varones mientras existieran tantas químicas, periodistas, maestras y escritoras que hacen un uso excelente de nuestra lengua y que tan merecedoras son, como cualquier hombre, de estar sentadas sobre una letra mayúscula o minúscula. Sería una buena noticia para las mujeres y para toda la sociedad española que esa fuera la próxima política de la Academia.

Si no lo hace habrá que recordarle los versos de Gertrudis: “¡Funesta ceguedad! ¡Delirio insano! / ¡Te gritó la razón…! Mas ¡cuán en vano te advirtió tu locura!” Es decir, que la Real Academia de la lengua se mantenga al margen de lo que exige la sociedad española actualmente sería un atentado contra la sensatez y, sobre todo, contra la justicia.

 

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