La energía está en los barrios

Se enseña en clase de física que la energía ni se crea ni se destruye, que sólo se transforma. Pero podría matizarse que con el modelo energético actual, lo que sí que se ha creado ha sido una absoluta dependencia externa de recursos fósiles, y lo que bien se está destruyendo, es el equilibrio ambiental global. Según datos de la Agencia Andaluza de la Energía, en el año 2011 la cantidad de energía procedente de recursos importados sobrepasó el 86% del total de la energía final consumida en Andalucía. Es de resaltar que el sector que más energía consumió fue el transporte, empleándose en desplazamientos más de un tercio de toda la energía demandada en nuestra comunidad autónoma.

Pero la eficiencia energética parece que nunca ha sido una prioridad hasta ahora. Por el contrario, una discutible eficiencia económica junto con el olvido de los indicadores ambientales y sociales, han sido catalizadores de un cambio en el modelo de distribución en los últimos años. Este cambio se ha hecho patente en la forma que están adoptando nuestros pueblos y ciudades, habiendo traído consigo importantes cambios en los hábitos de compra de sus habitantes. Si antes predominaba el modelo de tiendas de primera necesidad en los barrios, complementado con tiendas más especializadas en el centro de la ciudad, cada vez se encuentran más pistas que apuntan hacia un cambio de situación en la que los comercios de barrio se están sustituyendo progresivamente por grandes superficies en las afueras. Junto al cierre de muchos pequeños establecimientos, es fácilmente observable como las nuevas construcciones están conformando áreas básicamente residenciales con más difícil acceso a productos básicos. Muchas de estas zonas cuentan con rotondas de varios carriles, pero sus aceras suelen estar vacías.

En el informe publicado hacia el año 2004 por el Ayuntamiento de Córdoba (puede descargarse desde la web del consistorio), titulado “Estudio sobre la situación del comercio minorista en Córdoba”, ya se recomendaban actuaciones en el comercio de proximidad, a la vez que se apuntaba como una amenaza la pérdida de las funciones del comercio tradicional. Es curioso que junto a éste documento también pueda consultarse otro, que versa sobre el impacto económico de la construcción de nuevos centros comerciales por parte de una conocida gran superficie. En él se resaltaba la potencial generación de puestos de trabajo que la nueva inversión acarrearía, pero a lo largo de su contenido no se encuentran datos sobre el impacto en el sector comercial tradicional o sobre los empleos potencialmente destruidos.

Volviendo al tema de la energía, en un contexto de recursos fósiles finitos, los precios crecientes de la energía apuntan a la estructura de los pequeños comerciantes de barrio como unas de las claves para el ahorro energético y la movilidad sostenible. Y es que no hay que hacer muchas cuentas para saber que las furgonetas que abastecen a las tiendas de barrio, son las mismas que evitan que las familias tengan que hacer uso de vehículos propios para acceder a superficies alejadas, allá donde ni siquiera el transporte público tiene recorrido. Estamos a tiempo de parar esta progresiva deslocalización de los servicios, fomentando las compras en nuestros barrios, rehaciendo las costumbres que forjan el carácter próximo de nuestra localidad. Lo cierto es que esa prometida libertad que nos ofrecía el automóvil tan sólo dura unos cuantos kilómetros, que es la distancia que uno puede recorrer en su interior hasta que se hace necesario encontrar un puesto donde repostar. En cambio, los paseos por el barrio no encuentran limitaciones. Y si aún tiene dudas, pregunte en su tienda habitual.

Pablo Caballero, simpatizante de EQUO

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