Los del ático

“Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, es la machacona frase con la que nos están haciendo comulgar. Y mientras nos retiramos al rincón que nos han asignado en su santificada Catedral del Mercado para expiar nuestros pecados, empezamos a oír un golpear de puños sobre los propios pechos, como flagelada percusión que acompaña a la voz coral entonando el “mea culpa”:

– Me acuso de haber tenido un trabajo por el que me pagaban no más de 1000 euros, incluidas horas extraordinarias, y, a mis treinta años y con una familia en proyecto, haber osado creer que tenía derecho a una vivienda de dos dormitorios en el extrarradio de la ciudad.

– Yo me acuso de haber pensado que mis hijos tenían derecho a una escuela pública y de calidad, y el acceso a becas para los estudios universitarios que no podíamos sufragarles.

– Yo me acuso de haber creído que teníamos derecho a una sanidad universal y gratuita, equipada con el personal sanitario imprescindible para una atención adecuada.

– Yo me acuso de haber solicitado una ayuda que me facilitara ocuparme de mi incapacitado padre, y de haber creído que la sociedad debía dar una respuesta a los que no pueden valerse por sí mismos.

– Yo me acuso de haber insinuado que no era necesaria una curia tan numerosa para gestionar nuestros bienes terrenales, los que la Santa Madre Mercado explota (perdón, gobierna), y de que era excesivo el número de parlamentarios, cámaras, estatales o autonómicas, altos cargos, directivos de subdirectivos  de jefes de departamentos, asesores, consejeros, portavoces, jefes de prensa, eurosdetodo (con sus coches oficiales, dietas, viajes en primera, tarjetas de crédito, etc.)  y en general, todo el alto clero político que se cuida de que se cumpla los santos mandamientos de este Liberalismo Revelado, como la única y auténtica fe.

Y al unísono:

– Nos acusamos por haber soñado con abandonar esa gran, e imprescindible, base piramidal que formamos, y que es el gran pilar sobre el que se sostiene las capas más altas, que, por elevadas, son las que están más cerca del cielo; y sobre todo, por no haber comprendido que, cuando al Santo Cuerpo del Mercado le amenaza una gangrena, somos nosotros los miembros que se deben amputar para su lograr su purificación.

Un “mea culpa” con la que estos “pastores” de la doctrina del mercado, la especulación y el lucro, intentan marcar las conciencias de sus alborotadas ovejas, antes de que se alboroten demasiado.

¿Mea culpa?… no lo sé, no sé si hemos pecado, ni que oculta mano escribe estos mandamientos; pero, en cualquier caso, si las ovejas pecaron seguro que sería un pecado venial, ya que no lograron abandonar su condición de ovejas y, para colmo, bien caro que lo están pagando al ser esquiladas sin en menor miramiento.

Pero detengámonos a analizar quienes son los que nos acusan de haber vivido por encima de nuestras posibilidades. Y uno de ellos es el Sr. Rajoy, que además de cobrar una considerable suma por su condición de Presidente del Gobierno, sigue como titular de una plaza de Registrador de la Propiedad por la que, sin ocuparla realmente, ingresa entre cien y doscientos mil euros anuales. El mismo que (por poner un ejemplo reciente) saboreó, en el avión que le llevó a ver el partido que la selección española jugó en Alemania, una cena de mil euros, consumiendo, entre otras cosas, jamón de pata negra a 200 euros el kilo. Pero también lo dice la Sra. de Cospedal, la misma que disfruta de tres suculentos sueldos, cuya suma es incapaz de abordar mi pequeña calculadora. La misma que, según un medio de comunicación, encarga para sus reuniones oficiales botellitas de agua mineral a 5 euros la botellilla.  Y también lo dice la Sra. Aguirre (perdón Marquesa), que al parecer no llega a fin de mes, y que tuvo que trapichear con la estaciones del Ave para rescatar a sus familiares de la indigencia. Aunque tampoco faltan entre las voces acusadoras, los banqueros que han destrozado el sistema financiero, mientras se aseguraban las espaldas con contratos millonarios blindados. O muchos de los grandes empresarios que, mientras siguen viviendo en la ostentación, van dejando en la calle a todos aquellos trabajadores sobre los que cimentaron sus fortunas.

En fin, toda una gama de personajes que residen en el ático de nuestra pirámide social y que, por supuesto, son los más legitimados para decirle al resto, a los de abajo, que han vivido por encima de sus posibilidades.

Sr. Rajoy y Cia., vivir por encima de las posibilidades de todos es explotar, expoliar y esquilmar el planeta a una velocidad de vértigo, y llevarlo al borde del colapso; es acaparar mucho más de las razonables necesidades de uno, a costa de que otros no tengan casi nada; es gastarse alegremente el dinero público cuando es uno el que se lo gasta; es tapar las barbaridades, desfalcos y excesos económicos cometidos por algunos de sus compañeros de partido, sólo porque son de su partido; y en definitiva, lo que verdaderamente es vivir por encima de sus posibilidades “morales” y de las de sus correligionarios, es que sean precisamente los que viven en la cresta de la ola, los que acusen de intentar vivir por encima de sus posibilidades a los que se arrastran por el fondo marino.

Es curioso, pero todo este asunto me ha hecho recordar a mi padre; quizás porque fue un hombre honesto que trabajó toda su vida honestamente, y que para estos casos solía exclamar una frase tan certera como demoledora: ¡Debería darles vergüenza!

Pero no, no les da; ni les dará mientras no vean la indignación en los rostros de todos nosotros, los que soportamos la punta de la pirámide.

-¡Eh, vosotros!… los del ático, haber si dejáis de salpicarnos de barro mientras regáis vuestras bellas plantas.

 José Moral, simpatizante de EQUO

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