No serán ellos (I)

Os presentamos la primera parte de un texto que nos envió su autor para su difusión. Lo hemos dividido en dos partes por ser un poco largo.

«Este sistema financiero, que se ha especializado en manejar los depósitos y ahorros de la ciudadanía, no con el espíritu constructivo de apoyar a las empresas, profesionales, autónomos o familias que emanan de ella, sino apostando una buena parte de esos fondos, como jugadores de póker con pocos escrúpulos, en ese macro casino especulativo que se han inventado para mayor diversión de sus insaciables carteras, donde, como aviesos niños de mirada perversa, juegan con un dinero del que sólo son mero gestores, con la tranquilidad que les da saber que si ganan se forran y si pierdan también, no será el que se ponga orden a si mismo, ni limite su ansiosa codicia. Ya se encargan de blindar su futuro económico y, al parecer, sus almas, con unos contratos que suelen estar redactados por ellos mismos, con el visto bueno del propio diablo. No, no serán ellos, brokers de la desdicha ajena, los que devuelvan a la ciudadanía su legítimo caudal dinerario. Al contrario, no satisfechos con haber dejado seco el cauce por el que discurría, siguen esquilmando, con transvases de nuestro dinero público, la exigua capa freática que aún nos queda, para irrigar los pozos sin fondo que ellos mismos han creado.

Esta dominante clase política, que ha desvirtuado el concepto de democracia, usándola como coartada para perpetuarse en un poder que, como ente autónomo, les supera y domina, manejando los hilos de los que cuelgan suspendidos, y que ya no se atreven a cortar porque saben que los dejaría caer fuera de ese mundo de privilegios, protagonismos y vanidades en el que viven, no será la que renueve la turbia sangre de este parlamento que, si no se somete a una urgente diálisis, acabará por envenenar a todo el cuerpo social. No, no serán ellos, fieles servidores de unos partidos que ven electores en vez de personas, los que se atrevan a cuestionar los dogmas de esta nueva religión, a cuyo Dios, representado con las siglas de una “triple A”, nos ofrecen en sacrificio, en un intento de calmar las ansias de su descontrolada bulimia, dejándonos sumidos en esta impuesta anorexia que nos obligan a lucir, como una nueva moda, por las pasarelas de la miseria. No, no serán estos gurús, que hacen grandes esfuerzos para hechizar a la sociedad a la que supuestamente sirven, confiados en la ignorancia y el miedo (sólo hay que observar el insultante dogmatismo, la vacía verborrea y el eufemismo hipócrita, con el que tantas veces se dirigen a ella), los que curen su confortable y cómoda miopía, para poder ver unos pasos más adelante el precipicio al que nos están empujando.

Los grandes medios de comunicación, que sólo informan, a medias, las medias verdades y las grandes mentiras interesadas, que antes de hablar ya fueron alquiladas sus voces, sus editoriales, por los mismos intereses a los que sirven, no serán los que nos ofrezcan una información veraz, plural y objetiva, con la que el ciudadano pueda desarrollar su propio espíritu crítico. Sus obsesivos intentos por crear corrientes de opinión, afines a sus poco disimulados postulados, son de una tendenciosidad que sobrepasa el patetismo. Si uno fuera capaz de abstraerse de la indignación que produce tan descarada manipulación, incluso podría resultar, por la ridiculez que llegan a alcanzar, hasta cómico. Especialmente, además de un buen sector de la prensa, los canales de radio y televisión que no se avergüenzan al demostrar eso de: “yo, por la audiencia, MA-TO”. No, no serán ellos, GRANDES HERMANOS con los que pretenden controlarnos, los que propicien los verdaderos valores sobre los que debe asentarse una sociedad más sana.»

Continuará…

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