Salir de Almería de vez en cuando te hace ver las cosas desde otra perspectiva; algo así como el dicho que dice: “el bosque no nos deja ver los árboles”. Te presentas a gente nueva y, cuando nombras tu procedencia, enseguida se crea un vínculo especial porque saben que atesoramos uno de los paraísos del Mediterráneo al que siempre regresan. Los que vienen a visitarnos hablan de manera incondicional del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar y se convierten en nuestros mejores embajadores. ¿Es que los almerienses no valoramos lo que tenemos?
El monstruo de hormigón de veintidós plantas se ha construido a toda costa durante un plan trazado de más de treinta años en plena Reserva de la Biosfera, Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) de la Unión Europea y Parque Natural Marítimo Terrestre de Cabo de Gata-Níjar. El Parque es el objeto de deseo codiciado por las inmobiliarias y especuladores. ¿Por qué se ha permitido? ¿Cómo no hay responsabilidades técnicas, políticas y judiciales a nivel local, autonómico y federal? No somos conscientes de la imagen que estamos proyectando al exterior. Somos como Saturno devorando a nuestros propios hijos, porque no somos capaces de cuidar los recursos que tenemos: paisajísticos, biológicos, etnográficos, geológicos etc., que son los únicos que nos darán el alimento a las generaciones venideras. El recorrido por la costa almeriense se hace ante complejos hoteleros fantasmagóricos cerrados durante casi todo el año, y que con la pulsera del todo incluido deja sin opciones de revitalización a los negocios autóctonos, dando solo acceso a empleo precario y estacional, y esta no es la solución al empleo digno ni de la provincia ni de la comarca. Es fácil ahora políticamente, decir: “Como ya está, que se deje”. La ciudadanía, nos merecemos un respeto desde la Democracia y desde la independencia de la Justicia: No puede quedar impune el atentado ecológico ni la manipulación administrativa en un Estado de Derecho. ¿Por qué un mismo tribunal dictaminó que no era urbanizable y al cambiar de sala el mismo tribunal dictamina lo contrario? Las incógnitas son muchas: recalificación de tierras de secano, subvenciones millonarias, invasión del dominio público, cambios en la planimetría, elusión de informes técnicos por parte de las administraciones, certificación municipal de ser suelo urbanizable, etc, y llevar a cabo, según el plan trazado la impunidad de este monstruo que se empezó a construir en el 2003 sobre la servidumbre de paso a 20 metros, con todas las bendiciones administrativas: no respetando lo que establecía la Ley de Costas del 1988. La codicia de unos pocos sigue amenazando la tierra de la que todos hablan y amamos. La tierra que nutre a sus hijos de manera generosa. A esos que han tramado esta aberración democrática decirles que andamos vigilantes porque se nos va la vida en ello.